Slutwalk, en inglés, es el nombre original de la protesta que ha recorrido diversas ciudades del mundo desde 2011, luego de que un policía canadiense dijera en una charla universitaria sobre seguridad que "las mujeres debrían dejar de vestirse como putas para evitar violaciones".
La traducción al español no permite mucha variación. "Puta" remite a "prostituta", y la marcha sigue siendo un tanto confusa en los países hispanohablantes. En Brasil, adoptaron el nombre "Marcha das Vadias" - un tanto más acorde al término slut.
Expresiones a parte, nada le quita a la declaración infeliz del policía su gravedad. Y salimos entonces a las calles, anualmente, a decir que si ponerse una falda corta o un escote es vestirse como "puta", somos todas putas. Porque la ropa que una tiene el derecho a elegir libremente no justifica una violación. Que los hombres deben ser enseñados a no violar en vez de enseñar a las mujeres a no ser violadas. Porque nada, NADA justifica una violación.
La marcha ganó además un sentido contra el acoso callejero machista - una forma invisibilizada y socialmente naturalizada de violencia hacia la mujer. Se mantiene el reclamo: el derecho a vestirse libremente sin sentirse expuesta o vulnerable. "Mi ropa y mi cuerpo no te incumben" o "Mi nombre no es mamita", dicen muchos carteles.
